Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), entre ellos, la anorexia nerviosa, ha estado presente a lo largo de la historia, pero es en nuestros días, cuando existe una mayor preocupación debido a que cada vez son más frecuentes. El modelo actual de belleza impone un cuerpo cada vez más delgado y la industria, en este sentido, es cada vez más fuerte: publicaciones de dietas y productos milagro, técnicas para moldear la figura…, lo que genera grandes beneficios económicos a costa de hacer a muchas personas esclavas de sus cuerpos. Estos problemas afectan mucho más a mujeres que a hombres (90% frente a un 10%) y sus repercusiones son muy graves. Hoy día, casi todos los medios de información hacen referencia a este tema; se describe su problemática y, así mismo, se pretende colaborar en la prevención de estos trastornos. Por otro lado, se han ido creando grupos de autoayuda y asociaciones de familiares y/o afectados dedicados a exigir, no sólo medidas de prevención, sino también mejoras asistenciales en la red sanitaria pública actual.
En el año 1999, los TCA entraron en el parlamento de varias comunidades autónomas del estado español y, aunque todavía no se han concretado medidas específicas, se ha reconocido su importancia, la necesidad de mejorar el tratamiento y de paralizar la publicidad a la que está sometido el consumidor cada día y que invita a la pérdida de peso… Es una forma de empezar, pero aún queda mucho por hacer.
¿Qué factores influyen en como nos vemos delante de un espejo?
En la percepción de nuestra imagen corporal, influyen los sentimientos o los estados de ánimo; si estamos tristes o deprimidas nos vemos mal, sí por el contrario hemos tenido un buen día, todo nos parece maravilloso. También influye la autoestima, si no nos queremos a nosotros mismos como personas, será difícil que nos guste nuestro aspecto físico. Debemos desterrar de nuestra mente ciertos pensamientos o ideas sin sentido -"si bajo unos kilos seré más feliz y me querrán más"-; lo que hay que pensar es que a las personas las queremos por cómo son no físicamente sino por otros valores humanos mucho más importantes. Por otro lado, lo que a veces dicen los demás (comentarios, burlas, etc.) pueden hacernos sentir muy mal, más no debemos dejarnos guiar por ello, si no por quienes nos quieren por lo que realmente somos. La moda y los medios de información muchas veces pretenden que todas las personas sigamos un mismo modelo estético y de forma de vida; nos aconsejan sobre como bajar kilos, ¿para ser más felices?, ¿estar más integradas?, ¿estar en forma?… Uno de cada cuatro artículos de revistas dirigidos a mujeres invitan a perder peso. La sociedad pone el listón fuera de límites: debemos ser jóvenes, atractivas, altas, delgadas e interesantes… para tener "éxito" en la vida. La delgadez se asocia a prestigio social, éxito, belleza, elegancia, estar en forma, higiene, salud, facilidad para conquistar…, un fin en sí mismo, nada más lejos de la realidad. Todo ello contribuye a que la población general, en lugar de preocuparse de sí su alimentación es realmente equilibrada y saludable, se dedique casi exclusivamente a conversar sobre lo que engorda o deja de engordar.
Estudios realizados en el estado español ponen de manifiesto que casi la mitad de los adolescentes opinan que están gordos sin motivo justificado, algo que debe hacernos reflexionar profundamente. Dedicamos mucho tiempo a hablar sobre la gordura o la delgadez, hay un rechazo social de la obesidad, ciertos trabajos exigen una determinada imagen para triunfar… Cada uno de nosotros podemos colaborar en poner punto y final a todo esto.
Pero..., ¿en qué consiste la anorexia nerviosa?
La anorexia nerviosa es un trastorno mental, no sólo consiste en no comer por miedo a engordar. Quienes la sufren tienen en común un problema de base psicológico (baja autoestima, inseguridad, ansiedad…), lo que se ve acompañado de una preocupación excesiva por la comida, el peso y la figura, no obstante, su origen es multicausal y existen marcadas diferencias entre ambos trastornos. El grupo más vulnerable lo constituyen las chicas adolescentes, aunque cada vez son más numerosos los chicos que desarrollan este trastorno y también hay casos en personas de mayor edad. Existe un deseo desmedido de adelgazar acompañado de un intenso miedo a engordar por lo que se come muy poco o se siguen dietas muy severas. Se asocia la delgadez a la búsqueda de la perfección y de la felicidad -"cuando llegue al kilo"X" seré más feliz y desaparecerán todos mis problemas". Cuando la enfermedad ya está avanzada se produce distorsión de la imagen corporal, la persona se ve gorda aunque no sea así, y por otro lado, lo que comen, les parece que es mucho más de lo que comen los demás, y lo más grave es que el paciente no reconoce que está enfermo. Frecuentemente son personas muy activas y que realizan mucho ejercicio, eso sí, con el único fin de quemar calorías. Generalmente son personas introvertidas y tienden a aislarse; el centro de sus pensamientos suele ser, -"tengo que adelgazar y estudiar o trabajar mucho para ser él o la mejor y tener un cuerpo perfecto"-. A veces los periodos de semiayuno y ejercicio fuera de límites racionales se entremezclan con periodos de 'atracones', generalmente seguidos de vómitos autoinducidos, y/o se emplean productos adelgazantes, laxantes y diuréticos, o se hace ejercicio excesivo, lo que conduce a un gran deterioro físico y orgánico.
¿Existe una única causa?
Las causas son múltiples y tan variadas como enfermos haya, sin embargo, lo cierto es que el 80% de los casos comienzan cuando se inicia una dieta de adelgazamiento sin ningún control profesional. También se relaciona su inicio con la no aceptación de los cambios corporales propios de la adolescencia, el incremento rápido de peso (por ej: al dejar una actividad deportiva), cambios importantes en la vida, complejos referentes al físico, problemas de relación, enfermedad o muerte de un ser querido, conflictos con la pareja o los padres, etc. Respecto a factores relacionados con la alimentación, es necesario evitar la realización de continuas dietas para adelgazar aparentemente inofensivas y sin control profesional, dedicar mucho tiempo a hablar sobre la gordura o la delgadez, la anarquía en horarios y comidas (a turnos, con prisas, desordenadas), los conflictos emocionales en torno a la alimentación (a veces las principales comidas se convierten en auténticas batallas campales lo que puede crear rechazo a la propia comida). Estos factores no determinan que se vaya a desencadenar un TCA, pero se relacionan con un mayor riesgo.
Consecuencias de la anorexia
Las consecuencias dependen de la gravedad del problema y del tiempo o duración de la enfermedad. En la anorexia, en situaciones límite, debido a la pérdida de peso y el gran desgaste físico se dan estados de máxima desnutrición, caída del cabello, piel seca y amoratada, uñas quebradizas, alteraciones hormonales que producen amenorrea (la regla desaparece), alto riesgo de osteoporosis y lanugo (vello fino por todo el cuerpo), insomnio, hipotermia (se siente frío incluso en verano), estreñimiento y saciedad precoz, bradicardia (disminuye el número de latidos por minuto del corazón), bajadas de tensión arterial, arritmias, posible paro cardiaco e incluso muerte (5-10% de los casos).
¿Existe un tratamiento dietético?
Desde el punto de vista dietético y nutricional, los objetivos del tratamiento en la anorexia nerviosa son en primer lugar, detener la pérdida de peso y cubrir los requerimientos nutricionales mínimos de la persona. Se ha de aportar progresivamente una mayor cantidad de alimentos básicos hasta llegar al nivel adecuado considerando la edad, sexo, talla y peso real al inicio del tratamiento. Paralelamente se han de reestructurar los hábitos alimentarios de forma que su dieta sea completa, equilibrada y bien distribuida a lo largo del día.
Los alimentos a incluir en la alimentación diaria deben establecerse con arreglo a lo que la persona ingiere espontáneamente, aumentando su variedad y cantidad según tolerancia y evolución, por lo que su motivación y su disposición para aceptar las orientaciones dietéticas son esenciales. Cualquier cambio en la alimentación debe realizarse lentamente para que de tiempo a que se establezcan los cambios psicológicos necesarios para la aceptación del aumento de peso. La mejora del peso es un índice de evolución favorable aunque a veces la persona se intranquiliza si observa que es muy rápido, especialmente al inicio del tratamiento. Por ello se debe explicar que ese aumento inicial es debido a la rehidratación y no a un acumulo de grasa evitando así que la persona se angustie. A la hora de introducir cambios en la alimentación hay que ser muy prudente y "negociar-pactar" con la persona afectada para hacerle entender que la intención no es "cebar", si no intentar que alcance un peso adecuado a sus necesidades individuales, poniendo metas a corto plazo. No es una actitud sensata presentar platos abundantes ya que no serán aceptados… La introducción de alimentos inicialmente rechazados, debe realizarse gradualmente. Es imprescindible enseñar de nuevo a comer, procurando quitar de la cabeza que todo engorda; necesitamos "carburante" para poder funcionar, del mismo modo que los coches necesitan gasolina, hemos de alimentarnos bien para poder llevar a cabo un ritmo de vida normal.
En líneas generales se explicará la importancia de llevar a cabo una alimentación variada y completa, introduciendo cada día la cantidad suficiente de alimentos básicos necesarios para el buen funcionamiento de nuestro organismo.
Razones para consumir cada día variedad de alimentos
- Leche y derivados: importantes para el mantenimiento de nuestros huesos y dientes.
- Carnes-pescados y huevos: forman parte de nuestros tejidos (músculo, huesos…) y órganos.
- Cereales, patata, legumbre: nos aportan la energía necesaria para poder realizar las funciones vitales (bombeo del corazón, respiración, mantenimiento de la temperatura corporal) y para el movimiento muscular (actividad física).
- Verduras y frutas: contienen sustancias que regulan el funcionamiento del organismo y otros elementos promotores de la salud.
- Grasas (aceites, frutos secos...): no sólo nos aportan energía de reserva si no que además, algunas son esenciales; sustancias que el organismo por sí solo no puede producir y que necesariamente ha de obtener de la alimentación.
Fuente: Revista Consumer