Los miedos infantiles

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El niño "con fobias" siente un miedo irracional y desproporcionado respecto a un objeto o situación real que se lo provoca; él lo vive como una "auténtica" amenaza, de ahí la angustia y el pánico que le suscita. Como resultado de ello, intenta "evitar sistemáticamente" esa situación: es,en ese momento, cuando la situación de miedo pasa a ser fóbica (esa es su estrategia, "evitar").

Aunque la persona reconoce que ese miedo que siente es excesivo, no puede controlar su reacción. El grado de incapacitación que ese miedo provoca en el sujeto es lo que marcará la gravedad de ese trastorno fóbico.

Hay miedos universales presentes en el desarrollo normal de todo niño, pero que, al igual que aparecen, también desaparecen espontáneamente, a medida que el niño va adquiriendo experiencia respecto a ellas. De forma general, se puede señalar que:

  1. En los primeros meses de vida, el bebé siente miedo ante los ruidos fuertes e inesperados. Alrededor de los 6 meses, siente miedo ante los movimientos repentinos,...
  2. Hacia los 8 meses, miedo a las personas y situaciones extrañas. En estos primeros meses, sólo la presencia de la madre calmará la angustia desencadenada.
  3. Alrededor de los 4 años, miedo a la oscuridad, a estar solo, a seres imaginarios, a los animales, a elementos de la naturaleza (truenos,...). Hacia los 8 años, miedos más existenciales (a la muerte,...)

La edad nos indicará si su miedo es o no consecuente con ésta y cuánto tiempo se puede esperar que éste dure. De todas formas, aunque ese miedo sea propio de la edad, no debe jamás ignorarse ni ridiculizarse. Tampoco sobreproteger al niño cuando aparezca el miedo, pues ello le llevaría a pensar que existe un peligro real respecto a lo que él siente.


Lo más conveniente es:

  1. Hablar con el niño
  2. Concretar su miedo
  3. Enseñarle a dar el valor real que éste puede tener, así como maneras de disminuir su ansiedad cuando esté próxima la situación desencadenante.

No todos los miedos desaparecen totalmente con la edad. Todos, niños y adultos, tenemos nuestros propios miedos. Muchos miedos intensos que se tienen de adultos, provienen de experiencias "sufridas" en la edad infantil.


Hay muchos tipos de fobias. Podemos mencionar algunas de ellas:

  • Miedo a alejarse sólo de casa
  • Miedo a los lugares muy concurridos de gente
  • Miedo a los lugares cerrados (claustrofobia)
  • Miedo a los espacios abiertos (agorafobia)
  • Miedo a la visión de la sangre
  • Miedo a los animales (zoofobia)
  • Miedo a los insectos
  • Miedo a las alturas
  • Miedo al agua (hidrofobia)

Hay quien sufre un tipo de fobia simple, y hay quien presenta una combinación de ellas. Evidentemente, obtiene mejores y más tempranos resultados el primero que el segundo.

El tipo de fobia más frecuente en niños es la fobia escolar. El niño suele reaccionar mediante molestias físicas tales como cefaleas, dolores abdominales,... , incluso vómitos, con el fin de evitar la asistencia a la escuela. Suele suplicar a los padres que no le lleven a la escuela, que acudirá sin falta más tarde o al día siguiente; pero se repite la misma situación. En el momento de la crisis, el niño no razona ante nada.

Cabe diferenciar la fobia escolar de la reacción que un niño pequeño tiene al separarse de la madre cuando entra por primera vez en la guardería; la edad del niño marcará esta diferencia. Los trastornos fóbicos suelen aparecer entre los 6 y los 12 años; en muchas ocasiones, van desapareciendo espontáneamente (por lo menos aparentemente) o reaparecen con otras formas más adelante. El tratamiento en niños con fobias suele dar buenos resultados, ya que es más fácil cambiar el estilo cognitivo que aplica el niño sobre las cosas.

Para poder aplicar un tratamiento adecuado, deberán analizarse: Los elementos presentes en el momento en el que al niño se le desencadena la fobia. Los estímulos o situaciones que rodean al momento en el que ésta aparece. Qué cosas hacen que esta fobia se mantenga (beneficios secundarios,...).

Los padres no deben forzar al niño a enfrentarse al objeto o situación que causa su temor, pues ello puede hacer aumentar su angustia y su temor. También deberán cuidar su actitud, pues ésta puede inducir al niño a esos temores. La reacción de la familia frente a estas situaciones es decisiva, puede agravar o atenuar la angustia. Suele tratarse de niños muy dependientes del núcleo familiar. De ahí, que se haga necesario también asesorar y trabajar con la familia del niño "fóbico".

Fuente: www.psicologoinfantil.com