Debido a un brote epidémico que irrumpió hace unos años en nuestro país, la meningitis suscitó el interés de los medios de comunicación y las noticias que se difundieron relacionadas con esta enfermedad ocasionaron una gran preocupación social. La incidencia de meningitis en España había descendido notablemente desde 1979, pero en la temporada 1995-1996 se registró un incremento del número de casos que culminó con un brote epidémico en 1997, lo que motivó que en otoño de ese año las comunidades autónomas procediesen, como medida excepcional, a vacunar a la población de 18 meses a 19 años. Esta patología preocupó sobremanera entonces, y lo sigue haciendo hoy, a padres con niños pequeños, ya que recién nacidos y lactantes conforman el 75% de los casos de meningitis.
¿Qué es la meningitis?
Las estructuras del sistema nervioso, cerebro y médula espinal, están recubiertas por unas membranas fibrosas que se denominan meninges. Estas membranas, además de contribuir al metabolismo del sistema nervioso, cumplen la esencial función de defensa del sistema nervioso: actúan como auténticas barreras para algunas sustancias tóxicas y para los gérmenes. Cuando estas defensas se ven superadas, se producen las meningitis, término que engloba todas las enfermedades inflamatorias de las meninges, con independencia de la causa que la produce, aunque se tiende a identificar este término con la temida meningitis infecciosa o bacteriana.
Síntomas
La inflamación de las meninges produce una sintomatología típica que se denomina meningismo o síndrome meníngeo, caracterizada por intenso dolor de cabeza, rigidez de la nuca y una serie de signos que el médico explora. Se pueden sufrir, además, vómitos, convulsiones, fotofobia, obnubilación, estado comatoso… En las meningitis bacterianas se dan conjuntamente el síndrome meníngeo y un proceso infeccioso caracterizado por fiebre elevada, debilidad muscular y sudoración. En ocasiones, los primeros síntomas de la meningitis difieren poco de los de una infección aguda cualquiera: fiebre, malestar… Pero pronto aparecen las clásicas manifestaciones de la meningitis, fundamentalmente la triada dolor de cabeza, fiebre y meningismo, presentes en el 90% de los casos. También son frecuentes las náuseas, los vómitos y escalofríos, la sudoración profusa, la debilidad muscular y la fotofobia. La mortalidad de la meningitis es alta, aunque con los nuevos tratamientos el pronóstico ha mejorado. Asimismo, son temidas las secuelas que puede provocar, que afectan a estructuras del sistema nerviosos central, especialmente a la vista y al oído.
Patrón estacional
La meningitis, o más correctamente, la enfermedad meningocócica, es de carácter endémico-epidémico: siempre hay casos, pero en algunas épocas el número aumenta considerablemente y se puede hablar de epidemia. La meningitis muestra en España un claro patrón estacional: su incidencia es mayor en invierno y al principio de la primavera, para descender en verano y otoño. Al parecer, las causas de esta estacionalidad radican en que en invierno las personas conviven más tiempo en recintos cerrados, facilitándose así el contagio. Las frecuentes infecciones virales que merman las defensas del organismo también propician su estacionalidad. Algunos estudios apuntan a que los episodios de la enfermedad aumentan tras los picos de incidencia de procesos gripales. La meningitis y la gripe siguen un patrón estacional similar y estos últimos años se ha establecido un paralelismo entre los incrementos de casos de ambas enfermedades.
Vacunación: la medida preventiva más eficaz
Cuando se produce un caso de meningitis salta la alarma y se genera cierto pánico. Hay que aclarar que el meningococo se encuentra en la nasofaringe de muchas personas (en el 10% de la población, denominados portadores sanos) sin que padezcan la enfermedad, aunque su trasmisibilidad es muy pequeña y las posibilidades de contagio muy bajas. Por ello, no hay que crear alarma social, sino adoptar las pertinentes medidas. La vacunación es la medida preventiva más importante y eficaz. Para la enfermedad meningocócica debida a los serogrupos A, C, Y y W-135 se dispone de vacunas muy efectivas. También se dispone de una vacuna para la meningitis por neumococo, aunque de momento no ha sido incluida en los calendarios de vacunación infantil y se encuentra en fase de estudio sobre su eficiencia y la relación coste-beneficio (la dosis cuesta aproximadamente 78 €). Se puede aplicar a partir de las seis semanas de vida del bebé, pero por el momento el usuario se ve obligado a abonar íntegramente su coste.
Tipos de meningitis
Varios gérmenes pueden causar la meningitis bacteriana: los más habituales son el meningococo o Neisseria meningitidis, el neumococo o Streptococus pneumoniae, y el Hemophilus Influenza. También otros gérmenes lo pueden producir, pero el único responsable de los brotes epidémicos es el meningococo.
La meningitis por meningococo, tiene síntomas comunes a la meningitis, pero además se suele acompañar de meningococemia: los meningococos se encuentran en el torrente sanguíneo, lo que se manifiesta por una erupción cutánea, principalmente en las extremidades y en las zonas más distales como dedos, con manchas rojas que confluyen y forman grandes formaciones de color púrpura. Puede afectar también a otras zonas del organismo. Hay muchos tipos de meningococos, los llamados serogrupos. Los gérmenes del grupo A causaron las epidemias más importantes en Estados Unidos y en otros países, pero en la actualidad los grupos B, C, W-135, X e Y son los responsables de la mayoría los casos. El meningococo se encuentra en la orofaringe y fosas nasales y puede ocasionar rinofaringitis banales. Pero en determinadas circunstancias, posiblemente por una baja de las defensas inmunológicas, se torna muy virulento y patógeno, y causa la enfermedad meningocócica.
La meningitis por neumococo es la más grave de todos los tipos de meningitis, debido a su elevada letalidad y a las graves secuelas que deja en casi un tercio de los afectados. Afecta principalmente a los niños de menor edad. Suele ser fulminante. Afortunadamente, en la mayoría de las ocasiones veces no posee carácter epidémico y se presenta de forma esporádica. La meningitis por haemophilus influenzae es menos frecuente y más benigna que las anteriores.
Extraído de la Revista Consumer